domingo, 6 de abril de 2008

CAMBIO CLIMÀTICO








Se llama cambio climático a la modificación del clima con respecto al historial climático a una escala global o regional. Tales cambios se producen a muy diversas escalas de tiempo y sobre todos los parámetros climáticos: temperatura, precipitaciones, nubosidad, etcétera. Son debidos a causas naturales y, en los últimos siglos, también a la acción de la humanidad
El término suele usarse, de forma poco apropiada, para hacer referencia tan solo a los cambios climáticos que suceden en el presente, utilizándolo como sinónimo de
calentamiento global. La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático usa el término cambio climático sólo para referirse al cambio por causas humanas:
Por 'cambio climático' se entiende un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables

Al ser producido constantemente por causas naturales lo denomina variabilidad natural del clima. En algunos casos, para referirse al cambio de origen humano se usa también la expresión cambio climático antropogénico.
Además del calentamiento global, el cambio climático implica cambios en otras variables como las
lluvias globales y sus patrones, la cobertura de nubes y todos los demás elementos del sistema atmosférico. La complejidad del problema y sus múltiples interacciones hacen que la única manera de evaluar estos cambios sea mediante el uso de modelos computacionales que intentan simular la física de la atmósfera y de los océanos y que tienen una precisión muy limitada debido al desconocimiento actual del funcionamiento de la atmósfera
Ahora se acepta de forma generalizada que las actividades de la humanidad están contribuyendo al calentamiento global del planeta, sobre todo por acumulación en la atmósfera de gases de efecto invernadero. Las repercusiones de este fenómeno probablemente se acentuarán en el futuro. Como ya se ha señalado, el cambio climático es una característica natural de la Tierra. Pero antes sus efectos se podían asimilar, porque los ecosistemas ‘emigraban’ desplazándose en latitud o altitud a medida que cambiaba el clima. Como ahora el ser humano se ha apropiado de gran parte del suelo, en muchos casos los ecosistemas naturales o seminaturales no tienen ningún sitio al que emigrar.
Calentamiento global
Aumento de la temperatura de la Tierra debido al uso de combustibles fósiles y a otros procesos industriales que llevan a una acumulación de gases invernadero (dióxido de carbono, metano, óxido nitroso y clorofluorocarbonos) en la atmósfera. Desde 1896 se sabe que el dióxido de carbono ayuda a impedir que los rayos infrarrojos escapen al espacio, lo que hace que se mantenga una temperatura relativamente cálida en nuestro planeta (efecto invernadero). Sin embargo, el incremento de los niveles de dióxido de carbono puede provocar un aumento de la temperatura global, lo que podría originar importantes cambios climáticos con graves implicaciones para la productividad agrícola.

Efecto invernadero

Término que se aplica al papel que desempeña la atmósfera en el calentamiento de la superficie terrestre. La atmósfera es prácticamente transparente a la radiación solar de onda corta, absorbida por la superficie de la Tierra. Gran parte de esta radiación se vuelve a emitir hacia el espacio exterior con una longitud de onda correspondiente a los rayos infrarrojos, pero es reflejada de vuelta por gases como el dióxido de carbono, el metano, el óxido nitroso, los clorofluorocarbonos (CFC) y el ozono, presentes en la atmósfera. Este efecto de calentamiento es la base de las teorías relacionadas con el calentamiento global.

FENOMENO DE LA NIÑA



Se le llama asi por que presenta condiciones contrarias al fenómeno del Niño, pero también es conocido como "El Viejo" o "El Anti-niño" .Suele ir acompañado del descenso de las temperaturas y provoca fuertes sequías en las zonas costeras del Pacífico.
La Niña es definido como temperaturas de la superficie del mar más frías de lo normal en el Pacífico central y oriental que tiene impacto sobre los patrones metereológicos globales. Las condiciones de la Niña recurren cada ciertos años y puede persistir tanto como 2 años.



Típicamente, La Niña es precedido por una generación de aguas subsuperficiales más frías de lo normal en el Pacífico tropical. Las ondas atmosféricas y oceánicas moviéndose hacia el éste ayudan a traer el agua fría a la superficie a través de una serie compleja de eventos todavía bajo estudio. Al tiempo, los vientos alisios del oriente se fortalecen, las corrientes frías de Perú y Ecuador se intensifican, y la temperatura de la superficie del mar cae por debajo de lo normal.

Durante 1988-89 La Niña, la temperatura de la superficie del mar cayó 4 grados centígrados por debajo de lo normal. La Niña y el Niño tienden a alcanzar su máximo durante el invierno del hemisferio Norte.
El fenómeno La Niña se desarrolla cuando la fase positiva de la Oscilación del Sur alcanza niveles significativos y se prolonga por varios meses, como por ejemplo en 1973, 1988, 1998, y se caracteriza por condiciones anómalas, esencialmente opuestas a las de los episodios El Niño, entre otras:
(A) Disminución de la presión a nivel del mar en la región de Oceanía y aumento de la misma en el Pacífico tropical y subtropical junto a las costas de América del Sur y América Central. Esto contribuye a aumentar la diferencia de presión que existe entre ambos extremos del Pacífico ecuatorial.
(B) El aumento de la diferencia de presión entre la costa de América del Sur y Oceanía hace que los vientos alisios se intensifiquen, lo cual a su vez aumenta la eficiencia del proceso de surgencia de aguas profundas relativamente más frías a lo largo del Pacífico ecuatorial.
(C) Los vientos alisios anormalmente intensos ejercen un mayor efecto de arrastre sobre la superficie del océano aumentando la diferencia de nivel del mar entre ambos extremos del Pacífico ecuatorial. De este modo el nivel del mar disminuye en las costas de Colombia, Ecuador, Perú y norte de Chile y aumenta en Oceanía.
(D) Como resultado de la intensificación de la surgencia de aguas relativamente frías a lo largo del Ecuador, la temperatura superficial del mar disminuye por debajo del valor medio climatológico. La presencia de aguas relativamente más frías en este sector constituye la evidencia más directa de la presencia del fenómeno La Niña. En general las máximas anomalías térmicas negativas son de una magnitud inferior a las que se registran durante los episodios El Niño.
(E) Durante los eventos La Niña las aguas calientes en el Pacífico ecuatorial se concentran en la región junto a Oceanía y es sobre esta región donde se desarrolla la nubosidad y la precipitación más intensa
Entre la comunidad científica mundial todavía no se sabe la manera exacta de predecir estos fenómenos del Pacífico. Una de los principales tareas es entender mejor dónde comienza y dónde termina cada evento. Los factores que indican el final de Fenómeno de El Niño todavía no son claros, como se evidenció con la reciente falla de las predicciones que se hicieron del final del evento que ocurrió en 1990.
De acuerdo con el Modelo Lamont-Doherty este fenómeno terminaría en 1992, pero ocurrió que en 1993 se dio un aumento progresivo de la intensidad, hasta llevar a catalogarlo como el más fuerte de mitad de siglo.
A diferencia del Niño, la Niña se manifiesta con bajas temperaturas sobre la superficie del mar, en la costa suramericana, como consecuencia de la reactivación de la Corriente Fría de Humboldt, la cual durante el Fenómeno de El Niño estaba represada.
Además de las temperaturas frías en el mar, La Niña trae consigo una gran productividad de la fauna marina y períodos de abundantes lluvias en el continente americano.
¿Cuáles son los impactos de la niña en el mundo?
Durante El Niño o La Niña se pone en evidencia más que en cualquier otra situación la interacción entre la superficie del océano y la atmósfera baja en la zona del Pacífico Tropical: cambios en la temperatura de la superficie del mar impactan en la atmósfera y modifican los patrones de circulación global, y por otro lado, alteraciones en la circulación normal de la atmósfera modifican las corrientes marinas y por ende la temperatura de la superficie del mar.
Esta interacción entre el mar y la atmósfera (los meteorólogos la denominan "sistema acoplado") produce alteraciones en los regímenes normales de temperatura y precipitación, afectando así en mayor o menor medida las actividades humanas.
En Estados Unidos, por ejemplo, el invierno suele ser más cálido que lo normal en la región sudeste y más frío que lo normal en la región noroeste. Para el otoño (hemisferio norte), se pronostican temperaturas por encima de lo normal en todo el sudeste, incluyendo Texas, New Mexico, Arizona y una porción del Colorado. Estas condiciones permanecerán durante el invierno en el sudeste. Para el invierno se esperan temperaturas por debajo de las normales en la región noroeste, que se extenderá a los grandes lagos y el noreste del país hacia principios de la primavera.




En Brasil se esperan precipitaciones por debajo de lo normal en la primavera y el verano, principalmente en la zona sur (Rio Grande do Sul). Los frentes frío que se acercan desde el sur avanzarían más allá de lo normal, alcanzando el litoral de Bahia, Sergipe y Alagoas. Las lluvias serían abundantes sobre el Amazonas y la región semiárida del nordeste.
Para el norte de Australia e Indonesia se esperan condiciones más húmedad que las normales durante el verano del hemisferio sur. También se esperan mayores lluvias en el sur de Africa para la misma época.
La intensificación del monzón asiático provocaría lluvias más abundantes durante el verano del hemisferio norte sobre la India, especialmente al noroeste de este país.

EL FENÓMENO DEL NIÑO

¿Qué es el fenómeno de El Niño?
El nombre de “El Niño” se refiere a la aparición periódica de agua cálida en la zona oriental y central del océano Pacífico, a lo largo del ecuador. La llegada de agua inusualmente cálida a esta zona puede provocar cambios imprevistos —y a menudo indeseables— en los sistemas meteorológicos de todo el mundo, especialmente en las regiones tropicales. En promedio, El Niño aparece cada cuatro años y medio, pero puede repetirse en sólo dos años o tardar incluso 10 años en volver a ocurrir.


Durante un año normal, el agua fría asciende desde las profundidades del océano hasta la superficie frente a las costas de Perú y Ecuador, en un proceso conocido como corriente ascendente litoral. Esta corriente ascendente es causada por la rotación de la Tierra y por los vientos alisios, que generalmente soplan desde el sureste hacia el norte a lo largo de la costa peruana y hacia el océano Pacífico occidental. En combinación, estos procesos alejan el agua superficial de la costa. El agua profunda, más fría, llega a la superficie para sustituir al agua desplazada.
Con el tiempo, los fuertes vientos que soplan en dirección oeste sobre el océano producen una acumulación de agua superficial calentada por el Sol en la parte occidental del Pacífico ecuatorial, cerca de Australia, Filipinas e Indonesia. Los científicos denominan a esta acumulación de agua “depósito cálido”. Típicamente, el nivel del océano es de unos 60 cm más alto en el Pacífico ecuatorial occidental que en el Pacífico oriental, a lo largo de la costa peruana.
Todos los años, aproximadamente a fines de diciembre, los vientos alisios se debilitan y el proceso de corriente ascendente se hace más lento, lo que produce un calentamiento estacional a lo largo de la costa del centro de Sudamérica. Los pescadores peruanos observaron este fenómeno hace más de un siglo y lo llamaron “El Niño” (en alusión al Niño Jesús) por la proximidad de la Navidad. El calentamiento estacional suele durar unos meses y termina cuando vuelven los vientos y el proceso de corriente ascendente se hace más vigoroso.
Sin embargo, cada cierto número de años, el calentamiento estacional no termina. Los vientos que soplan hacia el oeste a lo largo de la región ecuatorial se debilitan y a veces invierten su sentido soplando hacia el este, con lo que la corriente ascendente litoral se frena drásticamente. Al debilitarse el viento, el agua superficial acumulada en el océano Pacífico occidental vuelve a fluir hacia el este, en un proceso similar al que tiene lugar en una bañera cuando el agua desplazada vuelve hacia su punto de origen. Cuando esto ocurre, el depósito cálido se desplaza típicamente hacia la zona central y oriental del Pacífico. El agua superficial que fluye hacia el este se divide al llegar a la costa de Sudamérica. Parte del agua va hacia el sur, mientras que otra rama se dirige hacia Norteamérica y se desplaza a lo largo de la costa occidental de Estad Unidos.






El aumento de las temperaturas superficiales del agua se ve acompañado por una mayor evaporación del agua cálida. La evaporación lleva a la formación de nubes y la aparición de lluvias, que coinciden con la localización del agua cálida en la superficie del mar. Como resultado de ello, zonas normalmente húmedas como Indonesia, Filipinas y el este de Australia sufren sequía. Por el contrario, zonas normalmente secas como la costa occidental del centro de Sudamérica o las islas Galápagos reciben precipitaciones excesivas.
Los fenómenos de El Niño presentan diferentes intensidades: débil, moderada, fuerte y extraordinaria, siendo estos últimos muy infrecuentes. Un fenómeno débil es aquel en el que la temperatura superficial del mar es de uno o dos grados por encima de la media y cubre la parte oriental del Pacífico ecuatorial. Un fenómeno fuerte se caracteriza por un aumento en la temperatura superficial de tres o cuatro grados y cubre una gran parte del Pacífico ecuatorial. Un fenómeno extraordinario tiene lugar cuando la temperatura superficial del Pacífico ecuatorial aumenta unos cinco grados o más. Una vez que comienza un fenómeno de El Niño suelen pasar entre 12 y 18 meses hasta que las temperaturas superficiales del mar vuelven a sus valores normales.
Los científicos también han averiguado que El Niño es la fase cálida de un ciclo que también incluye una fase fría, llamada “La Niña”, que aparece cuando el agua superficial del Pacífico oriental está anormalmente fría. En las últimas dos décadas ha habido menos interés científico en La Niña porque se han producido menos fenómenos fríos que cálidos. Aunque también hay anomalías climáticas asociadas con La Niña, los investigadores todavía no han dedicado una atención significativa a esa parte del ciclo.










Un fenómeno que abarca toda la cuenca
El término de “El Niño” (EN) se empleaba originalmente para describir la llegada local y estacional de agua cálida frente a las costas del centro de Sudamérica. Gradualmente, los científicos empezaron a aplicar el nombre exclusivamente a los fenómenos más duraderos, de menor frecuencia. Sin embargo, hasta finales de la década de 1960, la mayoría de los científicos aún consideraba que El Niño era una perturbación oceánica local.
En 1969, el científico de la atmósfera Jakob Bjerknes, de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), presentó la teoría de que la aparición de agua cálida a lo largo de la costa del centro de Sudamérica estaba relacionada con trastornos atmosféricos al otro lado del océano Pacífico. Con ello, Bjerknes fue el primero en sugerir que El Niño era una perturbación climática que abarcaba todo el océano Pacífico, un fenómeno conocido actualmente como la Oscilación Meridional (en inglés Southern Oscillation, cuyas siglas son SO).
La Oscilación Meridional es un movimiento de vaivén en la presión del aire medida en dos zonas representadas por dos puntos situados a ambos lados de la cuenca pacífica: Darwin (Australia) y Tahití. Cuando la presión es baja en una de las zonas, suele ser alta en la otra. La combinación de los dos procesos (EN+SO) produce el ENSO, un fenómeno integrado marítimo y atmosférico que abarca toda la cuenca del Pacífico. Actualmente se cree que un fenómeno ENSO trastorna el tiempo atmosférico en todo el planeta.
A pesar de que El Niño se refería tradicionalmente a un fenómeno local y el ENSO era un acontecimiento que afectaba a toda la cuenca, muchos científicos utilizan ahora ambos términos de forma intercambiable. Por tanto, El Niño se refiere también al fenómeno más amplio.
Impactos planetarios
Los impactos planetarios que produce El Niño son diversos y de gran alcance. Suelen incluir sequía en el sur de África, el noreste de Brasil, Indonesia, el este de Australia, el sur de Filipinas y América Central. Son probables las inundaciones en el norte de Perú, el sur de Ecuador, el sur de Brasil, el norte de Argentina y Uruguay, entre otras zonas. En la India, el monzón —con el que llegan las vitales lluvias— tiende a hacerse irregular, y la producción de alimentos se vuelve menos fiable.
Por ejemplo, los científicos han relacionado El Niño que empezó en 1997 con las condiciones extraordinariamente secas que agostaron las cosechas y provocaron inmensos incendios forestales en Indonesia y Brasil. En Indonesia, los incendios afectaron a más de un millón de hectáreas de selva tropical y produjeron una espesa nube de humo que cubrió gran parte del Sureste asiático durante al menos seis meses. La contaminación del aire debida a los incendios causó decenas de miles de infecciones respiratorias y provocó la cancelación de numerosos vuelos comerciales en la región.
Los científicos especifican tres zonas de Estados Unidos fuertemente afectadas por El Niño. En la costa pacífica del noroeste, el invierno tiende a ser cálido y seco. Esto provoca problemas para los gestores de embalses y pantanos. El invierno del noreste suele ser cálido y húmedo, lo que a menudo resulta positivo. En cuanto a los estados de la costa del golfo de México, suelen verse afectados por un invierno fresco, húmedo y tormentoso. Los científicos también han observado una fuerte reducción del número de huracanes a lo largo de las costas del Atlántico y el golfo de México. Por tanto, El Niño suele tener efectos tanto positivos como negativos sobre Norteamérica.
El impacto de El Niño va mucho más allá de la alteración de los patrones meteorológicos típicos. Los fenómenos de El Niño pueden trastornar ecosistemas y poner en peligro a muchas especies. También pueden contribuir a la difusión de organismos patógenos que suponen una grave amenaza para la salud humana.
Se sabe que la llegada de agua cálida al Pacífico oriental perturba fundamentalmente la cadena trófica marina y pone en peligro a muchas clases de peces, aves y mamíferos. Las temperaturas cálidas obligan a muchas especies marinas —como anchoas, salmones, pulpos o calamares— a migrar en busca de aguas más frías donde obtener alimento. Cuando esto ocurre, las aves y mamíferos marinos que se alimentan de esas especies sufren a menudo pérdidas espectaculares. Durante el fenómeno de El Niño de 1997, por ejemplo, la costa californiana se llenó de miles de cadáveres de osos marinos septentrionales y leones marinos de California que habían sucumbido al hambre. Muchos otros ejemplares, demacrados y debilitados, acudieron a la arena a morir.
El efecto de este trastorno también puede provocar situaciones grotescas. A finales de 1997 se localizaron peces tropicales —como el marlín, el pez espada y otras especies de aguas cálidas— en las aguas generalmente frías de las costas del norte de California, Oregón y Washington. Los pescadores estaban encantados. Sin embargo, las aguas cálidas también atrajeron a la caballa del Pacífico, un pez que actúa como predador de los salmones jóvenes cuando éstos dejan los ríos para entrar en el océano. Aunque no están claros los impactos a largo plazo de esta predación, algunos biólogos expresaron el temor de que las poblaciones de salmón de la costa oeste de Estados Unidos sufrieran caídas drásticas.
En algunas partes del planeta, El Niño también parece fomentar el crecimiento de organismos que transmiten enfermedades del ser humano. Por ejemplo, la humedad excesiva en zonas normalmente secas fomenta la difusión de organismos transmitidos por el agua que provocan enfermedades como la hepatitis, la disentería o el cólera. Además, las tormentas e inundaciones tienden a concentrar agua en charcas estancadas que proporcionan un hábitat idóneo para la reproducción de mosquitos. Los mosquitos pueden transmitir enfermedades como la malaria, la fiebre amarilla o la encefalitis. En Perú, Colombia y la India se registraron brotes de malaria tras El Niño de 1982 y 1983.
No obstante, aunque a El Niño se le achacan numerosas anomalías meteorológicas y climáticas adversas en todo el mundo, sólo unas pocas de ellas pueden relacionarse fiablemente con este fenómeno. Las conexiones entre un fenómeno de El Niño en el océano Pacífico y un fenómeno meteorológico extremo en otro lugar del globo se determinan objetivamente de dos formas. En primer lugar, los científicos pueden observar directamente los mecanismos físicos implicados, como la forma en que las nubes y las precipitaciones siguen el depósito cálido del océano Pacífico. De modo similar, los científicos han observado que los cambios climáticos en Norteamérica inducidos por El Niño son un resultado directo del desplazamiento de la corriente en chorro (una corriente de aire muy rápida que circula a gran altitud en la atmósfera) al cruzar el océano Pacífico anormalmente cálido.
En segundo lugar, cuando los mecanismos físicos se desconocen, como ocurre a menudo en las perturbaciones alejadas de la cuenca pacífica tropical, los científicos recurren a la correlación estadística. Por ejemplo, la conexión entre el fenómeno de El Niño y la sequía en el noreste de Brasil o el sur de África es fundamentalmente estadística. En esos casos, las estadísticas ayudan a establecer la probabilidad de los impactos regionales de El Niño, pero no explican por qué tienen lugar esos impactos. [...]
La predicción de El Niño









En la actualidad, los científicos emplean un amplio sistema de barcos, boyas y satélites en el océano Pacífico para ayudar a predecir el impacto y extensión de los fenómenos de El Niño incipientes. La información de este sistema de seguimiento se analiza con ayuda de potentes ordenadores en el Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR) de Estados Unidos, situado en Boulder (Colorado). A continuación, los datos se suministran a los modelos meteorológicos informáticos para generar pronósticos del clima a largo plazo.
Por ejemplo, los investigadores emplean una red de boyas desplegadas a lo largo del océano Pacífico —fondeadas o a la deriva— para controlar la temperatura del agua a diferentes profundidades, la velocidad y dirección del viento, las corrientes oceánicas, la humedad y la temperatura del aire. Esta red, conocida como sistema Océano/Atmósfera Tropical (TAO), es administrada conjuntamente por Francia, Japón, Corea del Sur, Taiwan y Estados Unidos. La información del sistema es transmitida en tiempo real vía satélite a los centros de investigación.
Los científicos también equipan de forma rutinaria “barcos de oportunidad” —generalmente buques comerciales que surcan las aguas del Pacífico— con diversos instrumentos de medición que recogen información en zonas remotas del océano. Esta información se transmite a estaciones situadas en las costas del Pacífico.
Los cambios en el nivel del mar se siguen desde el espacio empleando un satélite llamado Topex-Poseidon, lanzado en 1992 por Estados Unidos y Francia. El satélite envía señales de radar que rebotan en la superficie del océano, lo que permite medir con precisión los cambios en el nivel del mar en toda la cuenca. Típicamente, el agua está más caliente allí donde alcanza un nivel más alto, lo que permite localizar el depósito cálido. Por ello, los cambios en el nivel del mar pueden señalar un cambio en las condiciones normales y un inicio del fenómeno de El Niño. El satélite Topex-Poseidon también controla otros cambios atmosféricos relacionados con El Niño, tales como la temperatura superficial del agua, el ritmo de evaporación, la circulación atmosférica, la cubierta de nubes, los vientos en la superficie del agua o la circulación oceánica.
Los datos recogidos por este sistema se emplean en modelos meteorológicos informáticos para predecir el comportamiento de El Niño. A veces, los modelos producen previsiones precisas. Mediante modelos informáticos, los investigadores pronosticaron con precisión la llegada de los fenómenos de El Niño que empezaron en 1986 y 1991. Sin embargo, también ha habido algunos fallos notables en el pronóstico. Por ejemplo, los científicos no predijeron la inesperada vuelta de El Niño en 1993, tras el fenómeno moderado de 1991 a 1992. Los modelos tampoco predecían la aparición de un Niño extraordinario en 1997.
Entre los factores que limitan la capacidad predictiva de los modelos informáticos está el uso de una física simplificada que no refleja adecuadamente la complejidad de las interacciones atmosféricas y oceánicas, así como la inherente naturaleza caótica y aleatoria de los procesos ambientales. También existen grandes lagunas en la red de observación, y algunos cambios ambientales significativos pueden no ser detectados. La existencia de estas lagunas señala un problema aún mayor: los científicos todavía no comprenden los mecanismos físicos que desencadenan un fenómeno de El Niño. Hasta que se descubran y vigilen cuidadosamente estos mecanismos, es probable que las previsiones a largo plazo impliquen mucha incertidumbre.
La previsión de El Niño no ha sido una tarea fácil, y aún se encuentra en sus fases iniciales. Lo cierto es que los científicos sólo han empezado a considerar El Niño como un fenómeno que afecta a toda la cuenca desde mediados de la década de los setenta, y todavía no han observado todas las formas que puede adoptar. Los fenómenos de El Niño que se han producido en los últimos 20 años han tenido características diferentes. El de 1982 y 1983 sorprendió a todo el mundo porque ocurrió en un momento del año más tardío y fue más intenso de lo pronosticado. El Niño de 1991 y 1992 no desapareció como se preveía, sino que reapareció en 1993, y algunos científicos creen que de hecho se prolongó cinco años, una duración sin precedentes. El fenómeno de 1997 y 1998 comenzó antes, fue mucho más intenso de lo predicho, y el agua del océano se calentó más rápidamente de lo habitual.
En general, los científicos han conseguido reproducir por computadora el limitado número de fenómenos de El Niño anteriores ya conocidos. Sin embargo, su capacidad para predecir acontecimientos futuros con características aún no determinadas sigue siendo un gran reto. Los científicos que estudian El Niño aprenden constantemente mientras trabajan.
La llegada de El Niño
A pesar de la incertidumbre sobre el momento en que comenzarán los fenómenos de El Niño, existe una cantidad considerable de información para ayudar a la gente a responder a los impactos conocidos de El Niño una vez que empiezan a producirse. En concreto, cuando los cambios ambientales observados llegan a un cierto punto, los científicos determinan que un fenómeno de El Niño se ha ‘instalado’ y probablemente se prolongará entre 12 y 18 meses. Cuando esto sucede, los responsables de agricultura, pesca, energía y protección civil pueden utilizar la información histórica sobre fenómenos anteriores de El Niño para tomar mejores decisiones. Por ejemplo, en regiones donde es probable una sequía puede fomentarse el escalonamiento de la plantación o el empleo de variedades resistentes a la sequía para que un periodo seco no devaste toda una cosecha.
Esta información puede ser valiosa incluso para regiones en las que no pueden identificarse impactos intensos y fiables de El Niño. Por ejemplo, Kenia cultiva café y té para la exportación. Aunque la influencia de El Niño en el África Oriental sigue sin estar clara, la producción de café de varios competidores como Colombia, Brasil, Indonesia o Etiopía se ve directamente afectada por El Niño. Por tanto, la información sobre la influencia de El Niño en regiones distantes puede ser un bien valioso, según la máxima de que “un hombre prevenido vale por dos”.
El calentamiento planetario y El Niño
Algunos científicos han sugerido que el efecto invernadero —la acumulación de gases como el dióxido de carbono, el metano y el ozono que atrapan el calor del Sol en la atmósfera terrestre— reforzado por las actividades humanas está alterando fundamentalmente El Niño al calentar artificialmente la atmósfera de la Tierra. Estos científicos señalan que, hasta hace poco, los fenómenos de El Niño llegaban con una frecuencia de dos a siete años y eran generalmente suaves. Sin embargo, en el transcurso de 15 años se han producido dos fenómenos extraordinarios de El Niño. Además, entre 1990 y 1995 se produjeron tres fenómenos de El Niño seguidos. Algunos expertos afirman que, tomados en conjunto, esos tres fenómenos constituyeron el Niño más largo en 2.000 años. Otros científicos, sin embargo, no están de acuerdo en que la historia reciente de El Niño demuestre el calentamiento planetario. Para ellos, constituye probablemente el reflejo de fluctuaciones aleatorias en el ciclo natural.
En noviembre de 1991, el Programa de Estrategias de Respuesta e Impactos del Clima Planetario (WCIRP), creado por el Programa Medioambiental de Naciones Unidas (UNEP), patrocinó lo que tal vez fuese la primera reunión de trabajo sobre la relación entre El Niño y el calentamiento planetario, en un intento de diferenciar la especulación y la ciencia. Los participantes en la reunión concluyeron que una tendencia hacia temperaturas planetarias medias más elevadas podría hacer que los futuros fenómenos de El Niño fueran más intensos. Sin embargo, también subrayaron que El Niño ha aparecido con bastante constancia a lo largo de un periodo de 5.000 años, tanto durante periodos cálidos como fríos, lo que sugiere que es improbable que cambie la frecuencia de esos fenómenos. [...]
Aprovechar la información
A diferencia de la investigación sobre el calentamiento planetario, que ha dividido a la comunidad científica, existe un amplio consenso acerca de la investigación sobre El Niño: es necesario mejorar las previsiones. Pero, mientras los investigadores amplían sus conocimientos en torno este asunto, debemos aprender a utilizar mejor la información que ya tenemos.
Parece que esto ya ha empezado a ocurrir. Cada vez son más los que prestan atención a El Niño y a las predicciones de este fenómeno. Algunos grupos comienzan a tomar medidas preventivas para enfrentarse a sus impactos. Por ejemplo, en Ecuador ha habido programas de vacunación que intentan inmunizar a las personas contra enfermedades transmitidas por el agua que podrían surgir en caso de inundaciones. En numerosas regiones se están limpiando el alcantarillado y la infraestructura de drenaje para que el agua pueda fluir más libremente. Se están construyendo diques a lo largo de zonas costeras vulnerables, se están desarrollando planes de alimentos de emergencia, y así sucesivamente. La gente está escuchando y se está preparando. Confiemos en que, cuando aparezca el próximo El Niño a principios de siglo, los gobiernos nacionales y locales dispongan de la información necesaria para garantizar una preparación eficiente y activa.
Michael H. Glantz es investigador superior del Grupo de Impactos sobre el Medio Ambiente y la Sociedad, un programa del Centro Nacional de Investigaciones Atmosféricas (NCAS) de Estados Unidos. Es autor del libro Currents of Change: El Nino's Impact on Climate and Society (‘Corrientes de cambio: el impacto de El Niño sobre el clima y la sociedad’).








Corriente de El Niño
Fenómeno oceánico y atmosférico localizado en el océano Pacífico durante el cual aparecen, de forma inusual, condiciones cálidas a lo largo de la costa occidental de Ecuador y Perú, lo que provoca alteraciones climáticas de distinta magnitud.
Este término se utilizó en principio para describir la corriente cálida que se dirige hacia el sur y que se da en esta región cada mes de diciembre, aunque hoy se reserva a circunstancias excepcionalmente intensas y persistentes. Tiene un denominado 'periodo de recurrencia' de entre siete a catorce años debido al progresivo debilitamiento de los vientos alisios procedentes del Pacífico suroriental; puede afectar a la climatología mundial durante más de un año. El nombre de El Niño alude al Niño Jesús y está relacionado con el hecho de que la corriente comienza normalmente durante la Navidad, época en la que se celebra el nacimiento de Jesucristo. Una fluctuación en la presión del aire, acompañada de viento en el Pacífico meridional, hacen que el fenómeno se conozca como la Oscilación Meridional de El Niño (OMEN).
Las alteraciones climáticas provocadas por este fenómeno se producen cuando las corrientes oceánicas son lo suficientemente cálidas y persistentes como para ocasionar la inversión de las condiciones normales de temperatura del Pacífico oriental y occidental. Normalmente, las aguas del Pacífico occidental tropical son cálidas, con temperaturas de más de 10 °C, es decir, más altas que las de las aguas orientales de las costas de Perú y Ecuador. La presión del aire es bastante baja sobre las aguas más cálidas. La humedad relativa del aire se eleva en la región, generando nubes y fuertes lluvias, muy características del Sureste asiático, Nueva Guinea y el norte de Australia. En el Pacífico oriental el agua es fría y la presión del aire es alta, lo que provoca las condiciones climáticas típicamente áridas de la zona costera de Sudamérica. Los vientos alisios soplan de este a oeste, desplazando así las aguas cálidas de la superficie hacia el oeste, y permiten que aflore el agua fría profunda a las capas más superficiales.
No obstante, con la corriente de El Niño los vientos alisios del este desaparecen o incluso invierten su sentido. La variación de la presión atmosférica aumenta con los suaves cambios de la temperatura de la superficie del agua, producto de la acción de unos vientos suaves. El agua cálida del Pacífico oeste fluye de retorno hacia el este, y las temperaturas de la superficie aumentan significativamente a la altura de la costa occidental de Sudamérica. Cuando esto ocurre, el tiempo atmosférico presente en el Pacífico oeste, generalmente húmedo, se desplaza hacia el este, y las condiciones meteorológicas de carácter seco, comunes en el este, se dan en el oeste, lo que provoca fuertes lluvias en Sudamérica y puede a la vez motivar sequías en el Sureste asiático, India y sur de África, además de generar cambios meteorológicos en extensas regiones de América del Norte. La situación se hizo aún más complicada con las alteraciones atmosféricas desencadenadas desde 1982 por la erupción del volcán mexicano Chichón, que a veces prolongan el movimiento de la corriente hacia el sur.
Los efectos económicos que provoca la corriente de El Niño se aprecian de forma especial en la región costera de Perú y Ecuador. Estas áreas litorales, de aguas frías, cuentan normalmente con grandes bancos de peces, en especial de boquerón. La pesca aquí tiene fines comerciales y de aporte a la alimentación a las aves marinas, cuyo guano constituye un importante componente de la industria de abonos de la región. Pero ocurre que durante el fenómeno de El Niño una capa de agua caliente y pobre en nutrientes de procedencia occidental, cubre las aguas costeras orientales ricas en nutrientes. Los peces y aves marinas mueren o abandonan la región en busca de comida, lo cual repercute negativamente en la economía de la región.
Las alteraciones provocadas por la corriente de El Niño entre 1982 y 1983 y entre 1997 y 1998 fueron las más catastróficas de las ocurridas en el siglo XX. En fechas recientes como 1972, 1976, 1987, 1991 y 1994 se han producido, de igual modo, fenómenos relacionados con la corriente.